Una extraña noche en que
las estrellas bailaban en el cielo
y los gallos cantaban para mi,
algo muy bello tuvo lugar.
En esa extraña noche
vi desde otros ojos
mi disfraz de persona,
y reconocí su rostro.
Lo observé al hablar y al moverse,
y supe quien era.
En esa extraña noche,
entendí porque llevaba años
perdido y desesperado,
como una ola sin océano,
como una estrella sin cielo.
Todo este tiempo creí que estaba solo.
Sin embargo esa noche
los ancestros de mis ancestros,
y los nietos de mis nietos,
se hicieron presentes a mi alrededor.
Y uno tras otro repitieron la misma pregunta:
¿De verdad crees que estas solo?
En esa extraña noche,
todo tenia sentido.
Por eso clavé las manos en mi pecho
y al son de los tambores,
me arranqué el corazón
para pintar de azul
las paredes de mi prisión,
y poder por fin
contemplar el cielo.
En esa extraña noche
la oscuridad se iluminó.
Y así, desnudo y vacío,
la amorosa y cálida luz
de un vivo amanecer,
vistió mi cuerpo
con paciencia.
Y llenó mi alma
con esperanza.
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