Cansado de si mismo,
se adentró en el bosque oscuro.
Buscaba una forma de perderse
y desaparecer.
Envuelto en tinieblas,
se quitó la piel
y arrancó la carne de sus huesos
para no ser más.
Pero una luna traidora
atravesó las tinieblas
con su luz delatora,
y descubrió su presencia.
Una voz sin sonido
surgida del silencio
retumbó en sus huesos.
¿Porqué maltratas tu cuerpo?
¿Porqué atentas contra tu forma?
El esqueleto reluciente
cayó de rodillas
y alzando una piedra en su mano,
se dispuso a romper sus huesos.
¡ No quiero ser más!- gritó
Y fue reduciéndose a polvo
hasta llegar finalmente a la mano
que sostenía la piedra...
El brillo de la luna
compadecido por tanto sufrimiento
aprovechó ese momento
e iluminó su alma
revelando la causa de su dolor.
La consciencia no es nuestra.
Reveló la luna.
La nada no tiene dueño.
No puedes dejar de ser,
Porque no eres.
Ilustrado por María Arencibia
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