El otro día soñé que descubría
el secreto de la felicidad.
Me sentí lleno de vida
y en paz conmigo mismo.
Mi principal deseo fue entonces,
contárselo a todo el mundo
y extender mi felicidad.
Pero al intentar explicar el secreto,
mis labios permanecieron sellados
no pude emitir sonido alguno.
Me sentí muy turbado,
asustado intenté gritar
con todas mis fuerzas.
Pero mi boca no se abrió,
y sentí un dolor agudo
al forzarlo.
Entonces vi mi reflejo
en un charco cercano,
y comprendí.
Era una broma cruel...
Alguien me había cosido la boca.
Presa del pánico empecé a parar
a los transeúntes para pedirles ayuda,
pero todos se apartaban de mi asustados.
Creyeron que yo era un loco peligroso.
Un loco a quién cosieron la boca
para impedir que extendiese su locura.
Ilustrado por María Arencibia
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