miércoles, 27 de mayo de 2009

Sin culpa

Hay que devorar las entrañas del odio,
saborear la amargura de la rabia,
paladear su textura.

Debemos conocer su sabor,
para digerirlo
y asimilar su poder.

Hay que arrancarle los ojos al miedo
y asomarnos a sus cuencas
para observar el vacío.

Debemos prender fuego a nuestra cabeza
y quemar tantos años de mentiras.

Cortar las venas de nuestra identidad
y bañarnos en su sangre para lavar la culpa.

Solo así podremos hacer el amor con la vida
sin dejarla preñada con nuestra sucia realidad.

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